Ámbitos desde los que se desarrolla la formación
Desde la perspectiva ignaciana, lo neurálgico de la formación no está en los planes, programas y proyectos de formación, sino que exige crear y favorecer climas en los que se fragüe el modo de proceder que caracteriza a lo ignaciano. Por eso, el Plan de Formación Integral de la ACSI considera y busca favorecer los siguientes ámbitos:
- La realización personal en su dimensión íntima y en su dimensión social, que incida en el cuidado integral de la persona, desde su interiorización humano-espiritual y su crecimiento psíquico-afectivo, que cultive una sensibilidad que trascienda cualquier egoísmo y le permita abrirse al otro y a la solidaridad con aquéllos que más lo necesitan.
- Los diversos espacios y niveles de encuentro que incidan en una convivencia donde se vivencie la alteridad y la tolerancia, la inclusión y valoración recíproca, la calidad y calidez humana.
- El tejido de redes primarias e institucionales, que sean de pertenencias plurales, de comunidades más flexibles y abiertas, que den importancia a las relaciones personales auténticas y personalizadoras, donde se valore el desempeño, la colaboración gratuita y el aporte personal y de equipo.
- Lo ecológico y ambiental como modo de cuidar la vida, donde se evidencie la comunión con toda la creación.
- La espiritualidad ignaciana centrada en la fraternidad y la anticipación del Reino, como camino para iniciar y profundizar personalizadoramente al misterio cristiano y dar razón de la esperanza que brota de esta vivencia.
La consideración de estos ámbitos desempeñan en todo momento un papel muy importante en el proceso formativo porque ellos ayudan a cuidar la calidad y la calidez en el desarrollo de cada uno de los módulos del Plan.