La realidad que se vive en Fe y Alegría

04-06-2016

Una carta del P. Manuel Aristorena que denuncia la grave situación de sus docentes y la que viven sus alumnos. También cuenta los esfuerzos que están realizando en medio de muchas dificultades. A continuación el texto de la carta. Si desea descargarla en pdf, puede hacerlo desde este enlace.

Queridas amigas y amigos:

Cada vez que regresaba a la Oficina Nacional de mis visitas, venía con un doble sentimiento. La profunda tristeza por la situación de nuestros alumnos y sus familias. Y la esperanza que llena el corazón por la calidad de tanta gente que forma parte del Movimiento. Pero en estos tiempos, a esa tristeza hay que añadir la generada por la situación de nuestro personal, obreros, administrativos y docentes, de centros y emisoras.

Escuchamos expresiones que salen del corazón: “Los sueldos y salarios perdieron toda capacidad de compra (apenas nos alcanzan para uno que otro alimento). La salud pende de un hilo. Es un calvario enfermarse.

No somos inmunes a lo que sucede. Todo el personal padece en carne propia este drama social y económico pero también nos duele el sufrimiento de nuestros estudiantes, participantes y compañeros”.

Son muchos los niños y jóvenes que no asisten a las escuelas porque en sus casas falta la comida básica, dinero para comprar zapatos y uniformes, agua para bañarse, medicamentos fundamentales requeridos... Me duele mucho que haya funcionarios públicos en algunos Estados que no quieren incorporar a nuestras escuelas en el Sistema de Alimentación Escolar, con el pobre argumento de que somos educación privada. Por esta indiferencia, añaden a la situación de pobreza de nuestra gente, la de ser excluidos.

Otra realidad que tenemos en contra. La delincuencia está desatada y creciente. Son varios los representantes, profesores y alumnos que han sido asesinados. La dotación de muchas escuelas, como computadoras y aires acondicionados han sido arrasados. A pesar de las denuncias realizadas ante los organismos de seguridad, nos sentimos abandonados y es prácticamente nada lo recuperado. En las rutas de llegada y retorno y en los alrededores de los centros, alumnos y personal, son atracados con demasiada frecuencia. Nuestras escuelas, al igual que muchas del sector oficial se han quedado sin dotación y medios para dar educación de calidad.

A todo esto se suma la poca consideración social del docente y sus bajos sueldos, la rapidez con que sube el costo de la vida y la lentitud con que llegan los recursos para completar los aumentos de los salarios. Ya llevamos más de 100 días esperando que el Ministerio de Educación apruebe y libere los recursos para nivelar los salarios y primas con nuestros pares de la educación oficial, de acuerdo a la I Convención Única

Son muchas dificultades, capaces de desanimar a cualquiera. Pero eso no nos puede pasar en Fe y Alegría. Nos toca crecer en las dificultades, superarnos, seguir sembrando esperanza, con la seguridad de que uniendo fuerzas y con nuestras comunidades podemos superarlas. San Pablo describe muy bien nuestra situación: Por todas partes nos aprietan, pero no nos aplastan; andamos con graves preocupaciones, pero no desesperados; somos perseguidos, pero no desamparados; derribados, pero no aniquilados; siempre y a todas partes, llevamos en nuestro cuerpo los sufrimientos de la muerte de Jesús, para que también en nuestro cuerpo se manifieste la vida de Jesús (2 Corintios 4, 7-15)

Es conmovedor ver que en todos los centros, muchos de nuestros instructores y docentes no sólo enseñan para la vida, sino que además ponen el corazón en lo que hacen y con mucha frecuencia colaboran con parte de su exiguo sueldo para el desayuno y merienda de alguno de los alumnos más necesitados. Ciertamente que se sigue educando con corazón y hoy podemos decir más que nunca con verdadero heroísmo.

¿Qué podemos hacer? En primer lugar apoyar y reconocer la dedicación desinteresada de la Comisión de Bienestar Social y Laboral de Fe y Alegría. El 9 de Junio tuvieron un esperanzador encuentro con el Vicepresidente Aristóbulo Istúriz a quien le solicitaron que nos agilice el pronto pago de todos los beneficios de la I Convención, el acceso a la bolsa alimentaria y el tan añorado y peleado derecho a la Jubilación. Concretó una entrevista de la Comisión con el Ministro de Educación que lamentablemente ha sido postergada varias veces.

Igualmente hubo encuentros con la subcomisión de Educación de la Asamblea Nacional con quienes a propósito del Evento “Ciudadanía para el futuro” se les presentó de modo patente la maltrecha dignidad de los docentes, por su salario injusto, sus malas condiciones de trabajo y su escaso reconocimiento social. Sin docentes dignificados, no habrá ciudadanos en el futuro. También hay entre nosotros iniciativas hermosas y solidarias. Les enumero algunas:

En dos escuelas de Zona Oriente, Campo Mata y San Joaquín montan la olla solidaria; la Operación Kilo para las jornadas de formación; CaFé y Alegría: producción y venta de café en la Escuela Campesina de Lara; El Rincón solidario espacio donde exponen y venden a precios solidarios los productos y bienes que cada quien produce; Gestión solidaria de alimentos buscando en empresas y organizaciones; Búsqueda de alternativas en la Red Social de la Iglesia preparándonos para la entrada de alimentos y medicinas al país; Alianza con Fundación Bengoa que desarrolla programas de alimentación en algunas de nuestras escuelas; diligencias para conseguir las bolsas de Comida; Registro y socialización de Fundaciones solidarias; Apoyos desde el exterior de venezolanos en alimentos y medicinas o dinero; alianzas con Organizaciones del ámbito de la salud como AVESOC. El equipo de IPSAFA también aporta su esfuerzo y dedicación. Las escuelas agropecuarias están entrando en una dinámica productiva, aunque tienen muchas dificultades para conseguir semillas, abono, alimento para animales…

Cuando Fe y Alegría cumplió 45 años tuvo un lema que nos marcó: “¿Quién dijo que se acabaron los sueños?” Hoy es necesario, mucho más que hace 16 años, seguir soñando y trabajar para conseguir que esos sueños se hagan realidad. No podemos paralizarnos. No son tiempos de llanto, sino de esperanza. Somos de las pocas instituciones que creemos en la capacidad y en la bondad de la gente y estamos convencidos que sólo haciendo el bien podemos vencer al mal. Y una comunidad, una sociedad sólo sale de su crisis con la participación activa y generosa de su gente. Somos constructores del Reino. Dios está con nosotros. Fe y Alegría somos todos. Venezuela somos todos.

Manuel Aristorena
Director General

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